Resume este texto La despedida y su espejo
He sabido que un hombre llamado Marcelo Torres compuso una canción titulada Cruz, como si en esa palabra estuviera cifrada la encrucijada de toda existencia. No me sorprende que otro conjunto, Son de Cali, haya elegido otra melodía para nombrar el día de la despedida. La música es el doble de la vida, y toda despedida lleva en sí la música de lo irremediable.
Si pudiera elegir mi propia despedida (si es que tal elección no es ya un laberinto del que nadie sale), quisiera que fuera como un libro que se cierra pero cuyas páginas persisten en la mente del lector. Un último café en un sitio cualquiera, una conversación sobre literatura que no busca resolver nada, la ilusión de que las palabras bastan. Y luego, como en un cuento que se pliega sobre sí mismo, el que se va y el que queda sin saber quién es quién.
Tal vez la despedida perfecta sea la que nunca ocurre del todo, la que deja su música en el aire y su sombra en la memoria.
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