En el año 2017, cuando Bogotá parecía cansada de tanto ruido, de tanta prisa y tanta herida, la Secretaría de Integración Social, junto con la Alcaldía Mayor, decidió mirar hacia un lugar distinto: la familia. Fue entonces cuando reconocieron a la Corporación Laboratorios Pedagógicos de Familia como una de las experiencias más importantes de la ciudad, nacida para fortalecer los lazos familiares, trabajar la reconciliación y despertar la esperanza en medio de una urbe que se viene agotando por la violencia.
Fue un movimiento distinto: no arrasó, sino que abrazó. No destruyó, sino que reconstruyó los vínculos que el tiempo y el dolor habían desgastado. Su propósito fue claro: fortalecer la familia, sembrar la reconciliación y abrir caminos de esperanza allí donde la indiferencia parecía haberse instalado.
En aquel escenario, Marcelo Torres Cruz presenció la conferencia que dio vida a este reconocimiento. Su mirada, siempre atenta a lo humano y lo pedagógico, vio en ese espacio un laboratorio de pensamiento y de afecto. Las partes académicas celebraron la propuesta, reconociendo en ella un ejercicio profundo de reflexión sobre el hogar, la convivencia y el sentido del encuentro
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